viernes, 7 de diciembre de 2007

UN NUEVO FEMINISMO

El escritor y abogado de Estado, Jesús Trillo-Figueroa, expone en su libro “Una revolución silenciosa. La política sexual del feminismo socialista”, las ideas que postulan muchas otras feministas.
El autor señala en su libro: “No seré yo quien trate de construir, o adoctrinar acerca de cómo debe ser ese nuevo feminismo. Ya han sufrido bastante tiempo las mujeres a los hombres, adoctrinándoles sobre su manera de ser, de comportarse en el mundo. El feminismo del que hablo es el que surge, o bien de palabras escritas por mujeres que sienten la necesidad de ese nuevo feminismo, o bien por hombres que representan instituciones que están por encima del hombre y de la mujer. También de algunas de las propuestas que el propio feminismo militante ha realizado durante todos estos años, porque algunas de las cosas que se han dicho o escrito, han surgido de situaciones de injusticia, o de incomprensión humana social y política. El nuevo feminismo femenino del que hablo surge de todas esas lecturas, y experiencias vividas junto a las mujeres”.

Algunas ideas que expone en el libro son las siguientes:

“Durante demasiado tiempo el hombre ha dado sus opiniones para dirigir la historia; una historia marcadamente masculina, y muchas veces machista, en donde las manifestaciones de la virilidad, por desgracia para la humanidad, han sido más frecuentes que las de la feminidad”.

“Adherirse al discurso de la diferencia no debería significar dejar de proclamar la igualdad de derechos, y adherirse al discurso de la igualdad no debería implicar una propuesta de simple imitación y repetición de lo masculino”. Victoria Camps.

“Mantener que el hombre y la mujer son los mismos en actitudes, habilidades o conductas es construir una sociedad basada en la mentira biológica y científica”: Anne Moir y David Jessel


“La humanidad no puede comprenderse, ni está completa, sin su mitad femenina; ser humano es «la unidad de los dos» en una humanidad común, y durante mucho tiempo, demasiado, es cierto que la mujer ha sido ocultada y apartada, relegada a ser la marea de fondo en la continuidad de la historia, como metafóricamente exponía Julián Marías, mientras el hombre constituía la superficie del mar con la brusquedad del oleaje”.

“De entre los valores de la mujer, valores surgidos posiblemente de la subordinación, pero al fin y al cabo valores, como dice acertadamente Victoria Camps, no se encuentra el de la violencia unido a la guerra, más bien están los relativos al «cuidado», a la ternura y el sentimiento. El futuro de la humanidad será mejor si estos valores se incorporan al protagonismo histórico, y será mucho peor si la mujer asume como propios los valores del hombre, y con ello sus funciones empezando por la guerra”

“Llega la hora de plantearse como reto para este principio del siglo XXI la presencia en las ideas y en las costumbres de nuestra sociedad, de un nuevo feminismo, basado en una reivindicación de los valores de la humanidad vinculados a lo femenino: corazón, ternura, inteligencia practica, familia, no violencia, cuidado, y sobre todo empatía y acogimiento, como valores a compartir y vivir por el hombre, pero que son hechos presentes en la sociedad por la mujer. No se trata, por tanto, de resaltar que la mujer es eso y el varón es otra cosa, sino de manifestar que la mujer pone con más naturalidad y con menos esfuerzo esas dimensiones citadas de la humanidad en la sociedad y así hace que el hombre, también las viva. Una sociedad influida por las mujeres, que ejerzan de tales, será menos violenta, más ecológica, y hará más presente los caracteres positivos de la convivencia, que una sociedad machista en la que el hombre sea el paradigma a imitar, incluso por las propias mujeres”.

“El feminismo femenino es, antes que nada, una mujer que está orgullosa de ser mujer. Una mujer que exige igualdad de oportunidades y de salarios, pero que al mismo tiempo cultiva su personalidad como mujer. No ve su feminidad como un obstáculo o un impedimento para alcanzar lo que quiere conseguir como persona, y que comprende su papel en la familia como algo compatible con su trabajo en cualquier lugar de actuación humana. Un ser libre, en definitiva. Y creo que estas condiciones no son patrimonio de unas pocas excepciones, sino que la inmensa mayoría de las mujeres son mujeres femeninas”. Covadonga O’Shea.

“El surgimiento de un nuevo feminismo es de carácter positivo y no de enfrentamiento entre sexo, ese empeño en liberarse del hombre por tratarse del opresor, que oprime a la mujer a la maternidad, a la familia y al matrimonio. Se necesitan elementos positivos para mantener unida la sociedad, tres principios que conforman ese nuevo feminismo femenino:
1. La libre elección. La verdadera libertad consiste en elegir a base de ampliar al máximo las alternativas de la elección que cada una tenga. Tener la total capacidad de poder elegir entre el trabajo y la familia, o las dos cosas al mismo tiempo. No obstante, no dejan de tener razón ciertas críticas feministas socialistas cuando desvalorizan el trabajo del hogar, porque en la sociedad actual carece de contenido económico; y lo que carece de contenido económico parece que no tiene importancia, no es digno, o no existe. Revalorizar el trabajo doméstico exigiría dotarle de valor económico, y para ello es necesario retribuirlo. No por medio de subvenciones pues haría depender lo que más afecta a la vida normal y diaria de las personas, del poder público, ya que quien paga manda; sino a través de desgravaciones fiscales reconociendo previamente su valor económico.

2. El valor de la familia. «Ninguna sociedad puede sobrevivir sin apoyarse en ciertos valores comunes. Y uno de sus valores comunes es la familia, por lo tanto, mi opinión es que todo movimiento que desvaloriza o que juzga como algo inferior el papel de la mujer en su casa, poniendo en peligro la familia y la maternidad, es un movimiento que no sólo ataca automáticamente a la mujer y a su libertad sino a la sociedad.

3. La corresponsabilidad. No es suficiente con dignificar el papel mismo que la mujer realiza en la familia y en el hogar. Es también necesario producir un cambio de actitud y de mentalidad en los hombres, tanto respecto a las mujeres como de la familia: «que los hombres aprenden las técnicas para compartir el trabajo en el hogar y que dediquen más tiempo a sus hijos. Que vean en su mujer a un ser humano capaz de desplegar en esas tareas todas sus cualidades y desarrollar su personalidad. Que vivan ellos y que comprenden lo que supone ese trabajo que hasta ahora eran labores exclusivas de la mujer» El nuevo feminismo exige, que esos valores tan propios de la mujer, no queden ni aniquilados, ni privativos, ni exclusivos de la mujer (aunque en ella hayan podido tener una mayor presencia por razones históricas), sino que los consideramos como igualmente indispensables en el varón, para evitar que éste sea simplemente un energúmeno, sólo preocupado por el poder y la competencia. De ahí lo obligatorio para él mismo de su presencia y colaboración en las tareas del hogar, y la corresponsabilidad en la familia y en la educación de los hijos.